La pobreza y la desigualdad social en Sudáfrica modelaron el desarrollo de la cultura de los medios de comunicación y su distribución en el país. En un país de bajos ingresos, donde un tercio de la población vive con menos de un dólar por día, el precio de los DVD y CD comerciales es muy alto, y hay una extensa cultura publicitaria que ha creado una gran demanda de productos de la industria del entretenimiento a la que la gran mayoría de los sudafricanos y sudafricanas no puede acceder en forma legal. Esto hace que los discos, libros y contenidos de internet pirateados sean una alternativa deseable. Un nuevo estudio sobre piratería, Media Piracy in Emerging Economies, examina por qué la piratería se ha extendido tanto en el mundo entero y las razones de su persistencia, además de analizar las perspectivas para el futuro. APC contribuyó con el capítulo sudafricano.
La segregación y la represión generan piratería
La piratería mediática es ubicua en la mayoría de los países de ingreso medio y bajo, pero en Sudáfrica es también el resultado de la historia de represión y tensiones políticas que vienen de la época del apartheid.
Durante el apartheid, el tráfico ilícito era la única manera que tenían los grupos clandestinos y la mayoría negra de la población de acceder a una serie de bienes culturales, como libros, videos y cassettes de audio.
“El robo generalizado y la reventa de productos de fábrica reflejaban las brechas raciales entre empleados/as y directores/as, y borraban la línea divisoria entre conductas delictivas y políticas”, explica Natasha Primo, autora del capítulo. “De esta forma, el consumo de bienes pirateados se volvió norma y se integró a las prácticas políticas y sociales de Sudáfrica”.
La copia ilegal se convirtió en un acto de resistencia política debido a las prohibiciones y la censura del gobierno, y ello se debió a que era la única manera de hacer circular puntos de vista disidentes.
La desigualdad del poder de compra y de la concentración de los servicios en zonas que eran sólo de blancos hizo que la población negra tuviera escaso acceso al mercado cultural legal hasta quince años después de las primeras elecciones democráticas.
Los vendedores de música, teatro, libros y demás siguieron teniendo sus comercios principalmente en los barrios sólo de blancos, mientras la mayoría de la población sudafricana negra siguió viviendo, trabajando y saliendo en los barrios de fuera de las principales ciudades.
Así que, a pesar del levantamiento de las restricciones formales del apartheid, la geografía racial y económica del acceso a los medios no cambió demasiado.
Aunque el fin del apartheid y de las sanciones económicas a mediados de la década del 90 produjeron un veloz incremento de bienes culturales en el país, los precios y el hecho de que el sector minorista de medios no llegó a desarrollarse fomentaron prácticas de mercado gris-y-negro en relación a la adquisición, la copia y la circulación de los medios.
Sudáfrica también se volvió una zona atractiva para el consumo y un lugar de tránsito para el contrabando de medios hacia otros países africanos.
Sin embargo, a pesar del poder que fue adquiriendo la economía informal, nunca hubo demasiados reclamos por pérdidas debidas a la piratería.
“La IIPA (International Intellectual Property Alliance) —que sólo calcula las pérdidas de empresas estadounidenses— sostuvo que la cifra ascendió a 129 millones de dólares en 2000, de los cuales dos tercios se deben a la industria de software”, indica Primo. “Brasil, México y Rusia, por su parte, solían acercarse a los mil millones a fines de la década del 90, en los mismos informes, lo que representa una pérdida per cápita de dos a cuatro veces mayor”.
Durante los años 90, lo que más preocupó al mundo fueron los debates acerca de las obligaciones de respeto de la propiedad intelectual de los países de ingreso medio y bajo según los Acuerdos ADPIC (Aspectos de la Propiedad Intelectual ligados al Comercio).
Los ADPIC establecen las normas mínimas para la protección de la propiedad intelectual de los miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC), y Sudáfrica se comprometió a implementarlos en 1995.
Los defensores de una protección amplia de la propiedad intelectual de la IIPA y sus aliados de Sudáfrica alegan que el país viola sus compromisos de ADPIC y que debería firmar los “acuerdos de internet” de la OMPI, además de revisar la Ley de propiedad intelectual (1978) y reforzar la protección de los derechos de autor en la legislación nacional.
La voz de la antipiratería en Sudáfrica
El Departamento de Industria y Comercio (DTI, por su sigla en inglés) está desarrollando una política comercial responsable y se ha dedicado a presionar por medidas más estrictas de defensa de la propiedad intelectual. “El DTI adoptó las preconceptos subyacentes de los intereses extranjeros que dominan la economía de la propiedad intelectual en Sudáfrica y se convirtió en un muy eficiente defensor de facto de esos intereses”, señala Primo.
El discurso contra la piratería en Sudáfrica gira en torno del impacto de la piratería en las industrias creativas del país y, sobre todo, en los ingresos de los músicos locales.
Un preconcepto clave – que no ha sido demostrado en ninguna parte del mundo – es que la venta de productos piratas equivale a las pérdidas de una venta legítima y por lo tanto, constituye una pérdida real de ingresos para los y las artistas sudafricanos/as.
En base a esta idea sin fundamento, hubo una arremetida contra la piratería dirigida a los consumidores y consumidoras de Sudáfrica con un discurso que presenta a productores y consumidores/as de bienes culturales pirateados como “delincuentes”, “faltos de patriotismo”, “inmorales” y condena a los artistas a una vida de pobreza – incluyendo a íconos pop/culturales.
El movimiento antipiratería está en su punto más alto gracias a una presencia mayor de la política y una aplicación más estricta de las leyes.
Los esfuerzos se volvieron más pronunciados, coordinados (entre los órganos de gobierno) y visibles cuando se acercaba la Copa Mundial de la FIFA en Sudáfrica, como consecuencia de obligaciones contractuales contraídas para albergar el evento futbolístico global.
La propiedad intelectual no figura en la lista de prioridades sociales
Sin embargo, la agenda del cumplimiento de las leyes también ha encontrado cierta resistencia debido a limitaciones internas tales como la burocracia y un sistema judicial que adopta un enfoque prudente ante los casos de piratería, lo que hace que no apliquen las penas máximas prescritas por la legislación contra la falsificación y las normas de propiedad intelectual.
Además, hay problemas sociales más urgentes que la aplicación de las leyes de propiedad intelectual.
La lista incluye la seguridad pública – como la alta tasa de homicidios de Sudáfrica – y asuntos más amplios, como el acceso al conocimiento y la salud pública.
Y la pregunta que sigue sin respuesta es: ¿los esfuerzos de aplicación de la ley tienen algún impacto sobre la disponibilidad de bienes pirateados en Sudáfrica?
La aplicación de las leyes no cambia modelos de piratería
La investigación muestra que la aplicación de las leyes puede terminar con las partes más vulnerables del ciclo de la piratería, como la venta minorista, pero la disponibilidad de bienes pirateados no ha retrocedido con los años.
“Desde nuestro punto de vista, la disponibilidad de estos bienes en Sudáfrica depende de factores ampliamente exógenos al esfuerzo por hacer que se cumplan las leyes: pobreza, tecnologías baratas para los consumidores, un servicio de internet increíblemente caro, globalización de la cultura mediática y debilidad crónica de la distribución legal y los canales de exhibición”, sostiene Primo. Ninguna de esas realidades parece pasible de cambio de alguna manera que reduzca la disponibilidad de bienes pirateados en el próximo año.
Sin embargo, los autores del informe creen que la pregunta principal debería ser cómo crear mercados de medios vitales y accesibles y cómo combatir la relación precios altos-pequeño mercado que Sudáfrica comparte con tantos otros países en desarrollo.
“La idea aceptada entre los grupos de la industria es que cuando se endurecen los métodos de aplicación de las leyes, crece el mercado legal de medios y así mejora el acceso a los mercados mediáticos”, afirma Primo. Sin embargo, su investigación indica que esta lógica no funciona en Sudáfrica y, lo que es más importante, no parece haber competencia dentro de los mercados domésticos de medios.
“En los países donde las grandes industrias locales de entretenimiento compiten por su público, la piratería ha sido un catalizador de nuevos modelos comerciales legales y de menor costo”, explica, mientras en un mercado nacional como el Sudáfrica – dominado por multinacionales extranjeras – la competencia por precios y servicios dentro del mercado legal parece no existir.
Si bien los exhibidores locales de películas han reducido sus precios para tratar de construir mercados locales, “la estructura de precios altos del mercado de medios sudafricano se mantiene intacta, con señales de cambio en las periferias, por ejemplo experimentos de venta de películas locales a precios que compiten con las versiones piratas, o con la presencia creciente de medios de bajo costo de Nigeria e India”, aclara Primo.
Los actores periféricos pueden prosperar – bajando los precios, democratizando el acceso y creando un mercado legal masivo— pero la alternativa “es, simplemente, más de lo mismo: mercados legales de crecimiento lento sujetos al incremento de los ingresos; mercados piratas de crecimiento rápido sujetos a la reducción del costo de la tecnología; y una mayor inversión pública a raíz de un esfuerzo por cumplir las leyes con escaso impacto demostrable en ambos.”
Dado el panorama institucional de Sudáfrica, es probable que en el futuro haya leyes más duras para obligar al cumplimiento de las leyes, incluyendo normas de obligación dirigidas a los consumidores y consumidoras.
El DTI se preparara para impulsar el cumplimiento de las normas internacionales emergentes, como la confiabilidad de los proveedores de servicios de internet (PSI) – lo que que los vuelve responsables de las actividades piratas que ocurran a través de sus servicios – y una mayor vigilancia de las transferencias por fibras ópticas.
Pero tendrá que enfrentar los reclamos de las comunidades dediscapacitados/as visuales que también exigen el respeto de sus derechos humanos y constitucionales al acceso al conocimiento, además de otros reclamos más generales que a apuntan a la adopción de un enfoque más orientado al desarrollo en temas de propiedad intelectual – que actualmente no está presente en la legislación de derechos de autor de Sudáfrica.
Este artículo fue escrito como parte del Estudio sobre piratería mediática, un estudio encargado por APC
Se puede leer el informe completo sobre Sudáfrica (en inglés) en la publicación « Media Piracy in Emerging Economies » de SSRC Books.
Autores : Natasha Primo, Libby Lloyd.
Contribuyeron : Natalie Brown, Adam Haupt, Tanja Bosch, Julian Jonker, Nixon Kariithi. Publicación completa: : Karaganis, Joe (ed.). 2010. Media Piracy in Emerging Economies. SSRC Books.
Foto por borderlys. Utilizada con permiso bajo la licencia de Contenido Creativo 2.0.