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La sede de Zelyonaya Set no difiere de la de cualquier otra organización no gubernamental (ONG) de Europa central u oriental. Seis escritorios tapados de folletos, una estantería sencilla en un costado, llena de libros en inglés, ruso y bielorruso, y la inevitable maraña de cables de red en el piso. Pero hay algo diferente: una extraña plataforma, como un podio, es el escenario en el que dos mujeres intercambian breves observaciones. Enfrentadas, cada una detrás de su escritorio y mirando un monitor plano, Irina Sukhy y Tatyana Novikova parecen concentradas en un proyecto complicado.

“Estamos creando una red en línea de ONG ambientalistas en Bielorrusia”, explicó Irina. El objetivo es bastante claro: ayudar a las ONG de este país de 10 millones de habitantes, a unir esfuerzos y trabajar en red para que puedan influir y controlar la toma de decisiones”.

Madre de dos hijos, Irina forma parte del movimiento verde desde 1990. Como cofundadora de Eco Home desde 1996, que es uno de los grupos más fuertes del país, y como consultora internacional, conoce muy bien a la sociedad civil y los grupos de protección de la naturaleza de Bielorrusia. Tal como nos dijo, hay entre 15 y 20 ONG ambientalistas activas que Zelyonaya Set – o Red Verde – aspira a vincular entre sí. El proyecto se inspira en el éxito de las redes electrónicas de la sociedad civil de Europa central y oriental, y la Carta de derechos de internet de la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC), subrayó Irina.

Un podio en el teatro

El ambiente teatral de la oficina de Zelyonaya Set hace que el diálogo y la acción parezcan dramáticos y algo surrealistas. La realidad actual del país, conocido como la última dictadura de Europa, no es exactamente favorable a la expresión de la sociedad civil, y menos aún al trabajo en red. El presidente Alexander Lukashenka ha establecido un control estatal casi total sobre las actividades sociales, políticas, económicas y mediáticas, y ahora se propone echar mano de la única fuerte de información y comunicación que queda libre: internet.

En agosto de 2007 Lukashenka de acuerdo con la agencia local de n oticias BelTa, anunció que internet estaba lleno de sitios “hostiles a Bieolorrusia” y que se necesitaban leyes para impedirlo.

Su gobierno actuó de inmediato. En febrero de 2008 el ministro de Información, Uladzimir Rusakevich, declaró que un comité interdepartamental especial ya había empezado a elaborar el borrador de una ley para regular el uso de internet, según informaró Radio Free Europe/Radio Liberty.

El primer paso que dará el comité será estudiar la legislación de otros países, habría declarado Rusakevich. Al parecer hay mucho conocimiento internacional en la materia: el 12 de marzo, día mundial de la libre expresión en línea, Reporteros Sin Fronteras (RSF) hizo una lista de quince países “enemigos de internet” entre los cuales figura Bielorrusia [1].

RSF observó que con las iniciativas de Lukashenka el control sobre internet entra en una nueva etapa: la de rodear al país por una barrera tecnológica legal. Las medidas estatales incluyen la posibilidad de exponer a cualquier usuario de tecnologías de la comunicación a procedimientos habituales para delincuentes si opera sin licencias restrictivas, o si se lo encuentra intercambiando lo que el gobierno llama mensajes “inadecuados”.

En el podio de la oficina de Zelyonaya Set, Irina Sukhy no parece detenida por las intenciones del gobierno. “Más allá de lo que hagan, no pueden controlar todo [en línea]”, dice sonriendo. Es posible que esta actitud relajada y la calma de sus ojos gris-azulados bajo el cabello corto y rubio sean el disfraz tras el que se esconde la chispa de rebeldía y que le permite sobrevivir y seguir adelante con lo que le parece que está bien. “Ellos” son la KGB. La abreviación suena muy familiar: como muchas otras cosas en Bielorrusia, la policía secreta conserva el nombre y la metodología de trabajo de la era soviética. El mes pasado, la participación de Irina en una campaña antinuclear la llevó a una serie de encuentros con funcionarios de la KGB. “Mientras sólo nos encontremos a conversar no hay de qué preocuparse”, comenta con filosofía.

Al igual que muchos y muchas que vivieron en regímenes comunistas u opresores, Irina sabe que entender el sistema desde su interior es lo que hace posible vencerlo. “La manera más fácil de protegerse es hablar abiertamente sobre los encuentros con la KGB. Cuando más gente sepa lo que está pasando, es mejor y más seguro”, explica Irina. Para esto, internet es de una gran ayuda.

A pesar del alto precio de la conectividad y del control estatal, la red se ha vuelto una parte inseparable de la vida de las ONG de Bieolrrusia. “No conozco ninguna organización activa que no use internet. Hay grupos, sobre todo en los pueblos más pequeños, que quizá no tengan los conocimientos necesarios. Pero todo el mundo está en línea”, subraya Irina. Un informe de la Conferencia de Naciones Unidas sobre comercio y desarrollo estima que 56 por ciento de la población utiliza recursos de internet [2].

Otras pruebas del uso estratégico de internet en la sociedad civil de Bielorrusia

Desde las elecciones presidenciales de 2006, los blogs han ganado mucha popularidad en el país, ubicado entre Rusia, los Estados Bálticos y Polonia. En aquél momento lo utilizaron los y las estudiantes para movilizar apoyo e informar a la opinión pública sobre arrestos que hacía la policía a medianoche.
El gobierno liberó en febrero de 2008 al escritor y activista político Andrei Klimau, que había sido arrestado en abril de 2007 y sentenciado en agosto de ese año a dos años de prisión por enviar un artículo que acusaba a Lukashenka de estar involucrado en el asesinato del político Viktar Hanchar.

Con el telón de fondo de la censura y los intentos de limitar el acceso a internet, el trabajo en red por vía electrónica se ha convertido ya en un poderoso instrumento de la sociedad civil. Irina recuerda la campaña en línea contra el mal manejo del último bosque antiguo que quedaba en Europa, el Parque Nacional Belovezhskaya Pushcha. Desde 2001 activistas locales se conectaron y empezaron a dar a conocer las violaciones en un sitio web designado para ello. Las autoridades intentaron cerrar el sitio, pero una vez que se volvió visible y llegó a la comunidad internacional se pusieron más cautelosos y llegaron incluso a actuar para proteger ese bosque, confirma Irina.

Este y otros casos mostraron que no será imposible lograr un cambio en Bielorrusia si internet se utiliza de manera adecuada. Pero la mayor esperanza de la sociedad civil se encuentra en el coraje y la energía de la gente que trabaja por el cambio. Como dijo Irina: “Todo el mundo sabe que hay control [sobre internet] ¡ pero no nos interesa!”

[1] _Quince países figuran este año en la lista de “enemigos de internet” de Reporteros sin Fronteras y son: Arabia Saudita, Bielorrusias, Birmania, China, Corea del Norte, Cuba, Egipto, Etiopía, Irán, Siria, Túnez, Turkmenistán, Uzbekistán, Vietnam y Zimbabwe. En 2007 eran solo 13. Los dos que se agregaron a los tradicionales se encuentran ambos en África subsahariana: Etiopía y Zimbabwe. Más información

[2] _Referencia: 2008. Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo. Informe sobre economía de la información 2007-2008. Ciencia y tecnología para el desarrollo: el nuevo paradigma de las TIC [formato pdf]

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