Aproximadamente 5 hombres y 15 mujeres participaron del taller sobre Metodología de evaluación de género que organizó el programa de mujeres de APC en GK3. Desde un principio el taller se anunció participativo: papeles con dibujos, esquemas y espacios en blanco colgaban de las paredes de la elegante y formalísima sala del Centro de Convenciones de Kuala Lumpur, donde se está desarrollando la conferencia.
Aproximadamente 5 hombres y 15 mujeres participaron del taller sobre Metodología de evaluación de género que organizó el programa de mujeres de APC en GK3. Desde un principio el taller se anunció participativo: papeles con dibujos, esquemas y espacios en blanco colgaban de las paredes de la elegante y formalísima sala del Centro de Convenciones de Kuala Lumpur, donde se está desarrollando la conferencia.
Luego de una breve introducción de Angela Kuga Thas, coordinadora del proyecto, arrancaron las discusiones en grupo. ¿Qué tipo de problemas y aprendizajes surgieron luego de conducir evaluaciones de género? Una de las participantes, de Costa Rica, planteó varios problemas. En primer lugar, los hombres consideran que el género es un tema de las mujeres y que ellos no tienen nada que ver “con esas cosas”. También señaló que para muchas personas la equidad de género es algo ya logrado y que seguir siempre con lo mismo no es más que perder el tiempo. Uno de los participantes de Camboya apuntó a aspectos más metodológicos: ¿cómo es posible contar con las herramientas adecuadas para no forzar los resultados? ¿Cómo lograr evaluaciones objetivas?
La siguiente actividad tuvo como objetivo desconstuir una de las ideas más generalizadas sobre género y tecnologías de la información y comunicación: la neutralidad de la tecnología. ¿Acaso no es exactamente la misma para los hombres y para las mujeres? La propuesta era entonces identificar diferentes usos y representaciones de elementos tan neutrales como un navegador de internet, un programa de software libre, un micrófono, una cámara y más (a través de imágenes pegadas a la pared).
Los videojuegos, por el contenido sexista de muchos de ellos, fue señalado en primer lugar. También por el hecho de que se asocia con un juego de hombres y de que los niños son estimulados desde muy chicos a esta forma de entretenimiento, frente a una actitud más pasiva con respecto a esta misma estimulación en las niñas. Algunos hombres usan “gadgets” como pendrives y teléfonos celulares como extensiones de su masculinidad, apuntó uno de los participantes. Y los gurús de California, que se hacen millonarios de un día para el otro con empresas como Google, son por supuesto hombres. Surgió en ese momento de la discusión la necesidad de separa herramientas y representaciones. En cuanto a estas últimas, una participante de Colombia señaló que en su país para muchas mujeres no es fácil agarrar un micrófono, por que su forma cilíndrica provoca todo tipo de bromas fuera de lugar.
¿Y qué pasa con internet? Cheekay Cinco, una de las facilitadotas del taller, dijo que cuando ella escribe “mujeres” y “Filipinas” (su país) en Google, lo primero que encuentra son servicios de prostitución. ¿Y el software libre? Esta herramienta, con un enorme potencial de empoderamiento para las mujeres y los movimientos de mujeres, muchas veces es totalmente inaccesible para ellas a causa del halo de tecnicismo que la rodea.
Antes de explicar en qué consiste la herramienta [más información en el Manual de GEM disponible aquí], otra vez en grupos, los participantes trabajaron con un estudio de caso de Bangladesh, donde se aplicó GEM en un proyecto sobre teléfonos celulares y líneas de ayuda comunitarias. La idea era entrar en contacto con los siete pasos que propone esta metodología de evaluación: definir cómo y quién usará la evaluación; identificar la problemática de género y TCI; diseñar las preguntas de la evaluación; establecer indicadores de género y de TIC; elegir las herramientas para la recolección de información; analizar los datos con perspectiva de género; y por último aplicar los resultados.
La próxima vez que alguien pregunte qué tiene que ver el género con la tecnología, ¿por qué no usar el ejemplo del micrófono en Colombia?