Cuando surgió la Plataforma de Beijing, allá por 1995, las activistas del movimiento de las mujeres recién empezaban a escuchar hablar sobre “nuevas” tecnologías como el correo electrónico y sitios web. De hecho, el programa de mujeres de APC llevó un equipo de 40 personas a Beijing y le brindó a cientos de activistas por los derechos de las mujeres un primer pantallazo de la red de redes. El informe del Secretario General de la ONU sobre la revisión de los 15 años mencionó específicamente la importancia de los medios y las TIC para los derechos de las mujeres, incluyendo el uso de los medios y las TIC para combatir la violencia hacia las mujeres.
Los medios y la comunicación cambiaron radicalmente desde Beijing
Las organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres utilizan herramientas de redes sociales para ayudar a las mujeres cuyas vidas se ven amenazadas, con el fin de poder actuar y prevenir la violencia, además de buscar soluciones para las mujeres y las niñas. Las activistas por los derechos de las mujeres están adaptando aplicaciones de GPS a la telefonía móvil – originalmente pensadas con fines comerciales – para poder avisar sobre áreas peligrosas y y documentar agresiones. En Sudáfrica, Women’sNet les enseña a las niñas a evitar el acoso telefónico por celular y a “Mantener los chats como eso y no más”
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Las sobrevivientes de actos de violencia están produciendo historias digitales para denunciar lo que les sucedió en sus propias palabras y con su propia voz, además de conectarse con otras mujeres, establecer lazos de solidaridad y contribuir al proceso de cicatrización. APC lanzó hace tres años una campaña global de lucha contra la violencia hacia las mujeres llamada “Dominemos la tecnología” cuya fuerza y número de seguidores/as de más de 10 países crece cada año.
Como feministas, estamos creando nuestros propios medios de comunicación, estamos desestabilizando y desafiando nociones oficiales de identidad y de lo que son las mujeres, o lo que deberían ser. Nos autorrepresentamos, de modo que podemos reformularnos y cuestionar nociones obsoletas de lo que son o deberían ser las mujeres. Estamos demostrando la multiplicidad y la diversidad de quiénes somos.
Los grupos de mujeres también están participando en debates sobre derechos de comunicación que incluyen derechos claves como la libertad de expresión versus la censura y la regulación de contenidos; el derecho a la privacidad versus la vigilancia, el acceso al conocimiento versus el derecho de propiedad intelectual, y quién es propietario de los medios. Estamos haciéndonos oír en espacios políticos como el Foro de Gobernanza de Internet, donde se debate sobre internet y otras políticas tecnológicas, donde se puede influir sobre los gobiernos para alentar a los usuarios y usuarias de internet a ejercer su derecho a asegurarse su privacidad en lugar de elegir la regulación de contenidos.
El proceso de revisión global de los quince años transcurridos desde la Plataforma de Acción de Beijing debe reflejar estas tendencias y afirmar que el acceso asequible a la información y el conocimiento, a internet y a otras tecnologías de la comunicación son fundamentales para defender los derechos de las mujeres. El derecho de las mujeres a comunicarse debe ser parte de nuestro discurso y de nuestra legislación. Y nuestros protocolos y comisiones de mujeres, así como la legislación nacional y global, deben interactuar con otros procesos políticos que están cambiando el mundo tal como lo conocemos.