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Groupo ARDAGroupo ARDA“Las mujeres campesinas de las áreas rurales de Nigeria son responsables de un gran porcentaje de todos los alimentos producidos en el país pero sus contribuciones suelen ser soslayadas y sus voces ignoradas en la toma de decisiones de las comunidades”, escribe Seember Nyager en la primera entrada del blog del recientemente finalizado proyecto Majelissar Mata Manoma: Un lugar de reunión de mujeres campesinas conectadas por radio y teléfonos móviles.

El proyecto fue llevado adelante por la Asociación Africana de Radioteatro (ARDA , por su sigla en inglés, la organización de Nyager) durante 2009, con el apoyo del fondo para pequeños subsidios de Género, Agricultura, Desarrollo Rural y Sociedad de la Información (GenARDIS, por su sigla en inglés). Desde 2002, GenARDIS presta apoyo a iniciativas rurales que buscan el empoderamiento de la mujer mediante el uso de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en las regiones de África, El Caribe y Pacífico. GenARDIS es administrada por la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones en nombre de varias organizaciones de desarrollo innovador y en su último ejercicio (2008-2010) ha apoyado quince iniciativas en 14 países.

Las mujeres enfrentan más desafíos cotidianos que los hombres

Las mujeres de la etnia gbagyi de la empobrecida región centro-norte de Nigeria enfrentan numerosos desafíos. Por un lado están los problemas relacionados con la agricultura, como la falta de fertilizantes, semillas mejoradas, tractores y maquinaria. Por el otro, la carga laboral de las mujeres y las jóvenes es desproporcionadamente más pesada que la de los hombres, pues incluye la agricultura, el procesamiento de los alimentos y el cuidado de niños/as y ancianos/as.

Un día típico de una mujer gbayi comienza a las 5.00 de la mañana y termina a las 11.00 de la noche. El día de un hombre empieza a las 7:00 con un desayuno ya preparado por la mujer y luego tareas agrícolas hasta el atardecer, cena y relajación con amigos hasta la hora de dormir.

Estas desigualdades también se reflejan en el acceso a la información. Según el análisis de base del proyecto, las mujeres dependen mayormente de sus esposos y de la iglesia para obtener información agrícola. Los hombres, en cambio, también acuden a sus amigos, a sus colegas y a la radio. Por costumbres tradicionales, tienen mejores oportunidades de estar expuestos a nuevas ideas y adaptar información mediante interacciones tanto formales como informales en reuniones sociales o puntos de encuentro cotidianos.

Logrando el apoyo

Para salvar esta brecha en la información, ARDA adoptó un abordaje holístico utilizando medios “nuevos” y “viejos” (teléfonos móviles y radio, respectivamente), e involucrando a todas las personas activas de la comunidad, incluyendo a líderes locales y funcionarios administrativos, mediante el uso del teatro, volviendo así explícitas varios temas culturales y de género que podrían haber dificultado la tarea. Por ejemplo, mediante el teatro se alentó a las mujeres a participar y a los hombres a entender la importancia de esa participación.

El club de oyentes

Se abrió un club de oyentes para mujeres. Una vez por semana las mujeres se reunían para escuchar un programa de radio producido en forma local que trataba los temas que fueron previamente identificados como importantes por ellas mismas. Podían enviar preguntas por teléfonos móviles o grabarlas para que salieran al aire la semana siguiente y que un experto/a las respondiera.

Algunas oyentes manifestaron su preocupación sobre el uso de insumos agrícolas como variedades mejoradas de semillas, herbicidas y pesticidas para el almacenamiento. La costumbre era ir al mercado del pueblo y comprar cualquier cosa que allí se ofreciera. Una oyente llamó al programa para contar cómo perdió una gran cosecha por la aplicación incorrecta de un fertilizante. Zakaria, un experto en agroquímicos, aconsejó a las campesinas a ser muy cuidadosas cuando aplicaran químicos, pues estos necesitan instrucciones detalladas de algún experto. Otra participante, Hannatu Yusuf, compartió estrategias de bajo costo para conservar porotos en almacenamiento y explicó de qué manera los pimientos secos y otras especias le habían dado buenos resultados. Se leyeron al aire los números de teléfono de las personas expertas, quienes recibieron consultas de la audiencia, en especial de las mujeres del club de oyentes.

En un programa de radio sobre TIC y las desventajas que enfrentan las mujeres se discutió este tema. Muy pocas personas poseen teléfonos celulares y la mayoría son hombres (solo dos mujeres en un grupo de 25 personas tenían un teléfono propio). No sólo las mujeres tienen una tendencia cultural a ver la tecnología con ciertas reservas, sino que también tienen mayor inclinación que los hombres a utilizar su dinero en alimentos y gastos escolares. Una oyente contó que su marido se negó a permitirle tener un teléfono móvil por temor a que se volviera “promiscua”. El programa alentó a las mujeres a unirse y comprar teléfonos en forma colectiva.

El club de oyentes recibió un teléfono y se enseñó a las mujeres cómo usarlo. El propósito principal fue proporcionarles un medio para buscar activamente información: consejos sobre agricultura de otras campesinas, representantes del gobierno, trabajadores/as de extensión agrícola, colegas de otros mercados y, por supuesto, la emisora de radio. También se usó para generar algún ingreso para el club mediante una tarifa por llamadas recibidas y hechas, lo cual arrojó resultados mixtos.

Infraestructura de telecomunicaciones deficiente

Estos resultados mixtos se debieron en parte a serios problemas de infraestructura. Aunque Gwagwada (la población donde se abrió el club de oyentes) era una estación de ferrocarril a sólo 50 kilómetros de Kaduna en dirección a la capital de Nigerian, no disponía de líneas terrestres y recibía señal inalámbrica de sólo uno de los siete proveedores de servicios de telefonía móvil de Nigeria. La mayoría de las personas debían subir a colinas cercanas para obtener señal. “Las compañías se ufanan de expandir su cobertura”, dice ARDA. “Pero las localidades rurales más pobres no están en sus planes por razones comerciales y por la pobre infraestructura.”

Un cambio en la posición de las mujeres de la comunidad

Nyager se enorgullece al afirmar que las relaciones de género respecto de la información agrícola cambiaron luego de la intervención. “Los hombres confesaron su aprecio por las mujeres que ahora tenían acceso a información agrícola concreta por estar en contacto con especialistas en la materia, a quienes llegaron a conocer por intermedio del programa de radio. Los hombres se sienten ahora con más confianza para pedir consejos sobre agricultura a las mujeres porque saben más que en el pasado”, dice Nyager.

Otra consecuencia directa fue la apertura de una escuela de alfabetización para personas adultas. Muchas mujeres que eran analfabetas y, por lo tanto, no podían enviar mensajes de texto (por lejos, el medio de comunicación más barato) deseaban cambiar esa situación. Convencieron a la iglesia de que formara una escuela de alfabetización para ellas, por lo que ahora aprenden a leer y escribir en hausa.

Tras reconocer desde el principio el valor de la unidad, las mujeres miembros del club de oyentes expresaron interés en evolucionar como un grupo vocacional de desarrollo o una cooperativa agrícola. El personal de ARDA les ayudó a reunir la información y a establecer lineamientos para formalizar el grupo y las instrucciones para cumplir con el papeleo. Con su asistencia el grupo se registró ante las autoridades locales como Asociación Agbada.

Las mujeres demostraron su compromiso renunciando a sus viáticos semanales para pagar el registro de su asociación y abrir una cuenta bancaria como primer paso para capitalizar sus emprendimientos. Gracias a la asociación, muchas mujeres lograron obtener del gobierno local un certificado que les permite mayor acceso a la información agrícola gratuita provista por el programa de desarrollo agrícola del estado.

Las tecnologías de la información y la comunicación se integraron con éxito a la vida agrícola de las mujeres al tener en cuenta desde el principio sus necesidades y preocupaciones. La tecnología fue combinada con teatro y música y luego de cierta desconfianza inicial, las mujeres pudieron manejar y sentirse seguras con diferentes artefactos.

Tecnología para la diversión

“Durante las reuniones del club, el personal del proyecto siempre solicitaba permiso para grabar las sesiones en video y tomar fotografías con una cámara digital. Pronto las mujeres más jóvenes del club comenzaron a mostrar interés en las grabaciones y en las fotos, por lo que se les dio la oportunidad de manejar las cámaras y grabar”, dijo la gente de ARDA. Casi todas las mujeres tuvieron alguna experiencia práctica filmando. De esta manera, al desmitificar la filmación y la fotografía, creció la confianza, además de un espíritu de diversión y juego durante las reuniones.

En la actualidad GenARDIS apoya otras catorce iniciativas de empoderamiento de mujeres rurales por medio de TIC en Benín, Burkina Faso, Burundi, Camerún, República Democrática de Congo, República Dominicana, Etiopía, Ghana, Nigeria, Tanzania, Togo, Uganda y Zambia.

GenARDIS es coordinada por la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC) y apoyada por el Centro Técnico de Cooperación Agrícola y Rural (CTA), Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (CIID), Instituto Humanista de Cooperación al Desarrollo (HIVOS) y el Instituto Internacional para la Comunicación y el Desarrollo (IICD).

APC agradece a Data Phido y Seember Nyager, de ARDA, por su entusiasmo, compromiso y generosidad para compartir sus experiencias y aprendizajes.